Ya las sombras de la tarde
van cayendo,
ya se cubren el cerezo
y el almendro,
canta el río una sonata
desde lejos,
ya se duermen a su orilla
los helechos.
Ya se cuelgan del ocaso
los luceros,
palidece ya la luna
entre misterios,
entre nubes ya se ven
llegar los sueños,
ya la noche suavemente
va cayendo.
Ya se llena el aire fresco
de silencio,
ya es la hora de mirarse
mar adentro,
de dejar caer quizás
de entre mis dedos
un ocaso, una noche
y unos versos.