Para cuando el eco
rebota
contra las paredes del tórax,
gritar de la boca para afuera,
desprenderse
de todo lo rígido
y alinear los planetas,
poner los pies
en el inspirador Neptuno
y sumergirse
sin materia ni forma en su azul
profundo,
intentar volver de allí
con algunas letras
que se encadenen en el pecho
en apacible oleaje
y hagan callar
al ensordecedor ruido
del eco.