Las últimas bocanadas del día
se deshacen como volutas de humo,
aspiro profundamente cada una de las
campanadas
que le ponen fin,
hasta doce se agolpan en mi pecho
y luego las suelto
como se suelta un día cualquiera,
un búho me mira con ojos de ya te lo
dije;
siempre terminas con la noche a
cuestas.