Es una pena
que no quieras conocer
mi casa por dentro,
que no veas
el color de las cortinas
que cuelgan en mis ventanas
ni como se mecen cuando parpadeo;
a veces hechas jirones,
a veces como transparentes tules
dejando ver
hasta el último rincón
y que no puedas ver las manchas
de la habitación de la izquierda,
las que es inútil intentar limpiar
porque siempre vuelven a salir,
ni el desorden
del cuarto de arriba
donde guardo los pájaros,
es una pena
que no quieras conocer
mi casa por dentro;
que no pases de la puerta
que te quedes ahí;
mirando la fachada.