Demasiadas horas
para mirar al cielo,
no se llena el día,
siempre quedan huecos,
los hay de boca ancha,
de cuello estrecho,
huecos que se quedan
en la piel
y otros que van hasta dentro,
pero al fin,
todos son huecos;
los huecos
permiten la entrada a todo
lo invisible,
de pronto te puede entrar
el otoño
y hacerte sentir
como una hoja de mirada ocre
llevada por el viento,
como te puede entrar
una ráfaga
de aire intenso,
haciendo doblarse al bambú
hasta alcanzar casi el suelo;
los huecos
son ratos perdidos entre horas
y son a veces horas
perdidas entre ratos,
los hay de fácil y de difícil acceso,
pero al fin,
todos son huecos.