Hoy me siento un navío viejo
con la quilla ya gastada
por el tiempo;
hay días que lo mejor,
es dejar que sople el viento.
Camina la noche
con la luna amarrada
a su espalda,
paso a paso, lentamente,
como si la pesara.
De repente
entra un beso
por la ventana
y el corazón canta.
Al fin y al cabo,
él siempre ha sido humo
brotando entre mis labios;
a bocanadas atrapo su imagen,
la dibujo en el aire
y se queda flotando,
y me mira
y le miro
y los dos nos miramos,
después se desvanece,
se deshace a pedazos.