Pasó por mi lado
o fui yo quien pasó por el suyo;
y nos rozamos,
un rayo de sol
filtrándose entre mis hojas,
un rayo de sol de ojos café.
Estoy en esa edad
en la que empezamos a volvernos más lentos,
al andar, al pensar, al comer, al amar…;
todo lo hacemos más despacio
cuando ya no hay tiempo que perder.
Ya de madrugada, una ligera brisa
entra por la ventana
y acaricia suavemente mi cara,
eso me hace pensar en ti;
en la brisa que levantas.
Hoy me siento un navío viejo
con la quilla ya gastada
por el tiempo;
hay días que lo mejor,
es dejar que sople el viento.
Camina la noche
con la luna amarrada
a su espalda,
paso a paso, lentamente,
como si la pesara.
De repente
entra un beso
por la ventana
y el corazón canta.
Al fin y al cabo,
él siempre ha sido humo
brotando entre mis labios;
a bocanadas atrapo su imagen,
la dibujo en el aire
y se queda flotando,
y me mira
y le miro
y los dos nos miramos,
después se desvanece,
se deshace a pedazos.
A veces te trae
una hoja cayendo del árbol
mientras da vueltas y vueltas
hasta alcanzar el suelo,
a mi ver caer las hojas de los árboles
me produce nostalgia,
pero una nostalgia dulce,
con sabor a melocotones maduros.
Los brazos siempre abiertos,
para abrazar
y para dejar marchar…
Jimena abrió los brazos,
sintió el vacío hueco
y la embargó la pena.
durante días permaneció en aquel risco
asomada a la mar;
esa mar que trae y que lleva.
Me gustaba de él
su manera de decir las cosas
y su sonrisa asustada
que no se atrevía a salir del todo;
y su voz,
también su voz,
tengo algunos audios por ahí
en algún sitio,
tengo que buscarlos
porque hace mucho tiempo
que no me recita nada al oído.